Una vez finalizada la temporada estival todos estamos un poco más morenos, lo que se debe a la prolongada exposición al sol.
En realidad el bronceado es un mecanismo defensivo de nuestra piel para protegernos de los rayos solares que inciden directamente sobre ella, actuando así, como un filtro de los rayos ultravioleta (UV).
Cuando los rayos penetran en nuestra piel generamos una sustancia denominada melanina, un pigmento producido por los melanocitos y,la melanina es la encargada de filtrar las radiaciones UV que pueden dañar nuestra piel, de esta forma la melanina oscurece nuestra piel para protegernos del sol, dando como resultado este color tan deseado por algunos.
No todos vamos a generar la misma cantidad de melanina, si no que esto varía en función del tipo de piel de cada uno, lo que se conoce como fototipo de piel. Podemos diferenciar hasta seis fototipos diferentes, que van desde el 0 (piel blanca y muy sensible) hasta el 6 (piel muy morena que se broncea con facilidad).
La gente de piel muy blanca ,a pesar de que tome el sol en repetidas ocasiones su tonalidad de piel no va a sufrir grandes cambios, pues tiene poca melanina, por lo tanto no va a experimentar la protección que el resto de personas tienen, lo que hace que estén expuestos a más problemas cutáneos relacionados con la excesiva exposición al sol. Por eso es recomendable protegerse de los rayos UV de sol con cremas protectoras de factor alto y acordes a nuestro tipo de piel.
La crema protectora debe ser aplicada una media hora antes de la exposición al sol y después se debe reaplicar cada hora, e incluso con más frecuencia en los primeros días de exposición al sol.
Por otra parte, también es importante evitar las horas de máximo calor y sol, es decir al mediodía, sobre todo en aquellas personas que son más propensas a sufrir golpes de calor e insolaciones, como niños y ancianos.
Para el Dr. Juan Luján, cardiólogo en el Hospital USP San Jaime: "La exposición solar conlleva una serie de importantes beneficios terapéuticos para nuestra salud". Defendiendo que la exposición al sol (con precaución) puede favoreces nuestro descanso, mejorar nuestra vida sexual e incrementar nuestro estado de ánimo.
"La explicación Está en que los rayos UV aumentan la producción de un neurotransmisor relacionado con la sensación de bienestar: la serotonina, que también interviene en la regulación del sueño, la temperatura corporal y la conducta sexual", especifica Luján.
En otra publicaciones el Dr Luján afirma que la exposición al sol aumenta la formación de vitamina D, importante para el fortalecimiento de nuestro huesos, ya que esta vitamina se encarga de la fijación del calcio en los huesos y en la absorción del mismo en el intestino.
A pesar de todos estos beneficios, el sol puede ser nuestro peor enemigo, pues las personas que han pasado mucho tiempo expuestos al sol sin protección pueden experimentar graves consecuencias como ampollas, fiebre, quemaduras de segundo e incluso primer grado.
A corto plazo, la piel se nos pone morena y tersa, pero con el paso de los años el sol nos va desgastando y envejeciendo nuestra piel debido a la entrada de los rayos en la dermis y el consecuente deterioro de proteínas como el colágeno y la elastina, favoreciendo la aparición de manchas, arrugas y flacidez en la piel.
El sol puede actuar como inmunosupresor, pues un exceso de radiación solar puede alterar la función de los leucocitos y debilitar nuestro sistema de defensa.
Los rayos UV son capaces de llegar hasta el ADN de las células, provocando mutaciones en ellas y convirtiéndolas en células cancerosas.
El melanoma es la variante del cáncer de piel de mayor gravedad, muchos dermatólogos afirman que podría haber relación entre las quemaduras solares sufridas de pequeño con la aparición de este carcinoma en etapas posteriores.
Por eso desde aquí queremos que aumentes la protección frente el sol, en la siguiente entrada puedes ver algunos consejos para cuidar tu piel.
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